“LOS BUENOS MATRIMONIOS CUESTAN TRABAJO”
Crecer en un ambiente
dominado por la economía capitalista nos enseña ciertas lecciones
psicológicas difíciles de olvidar: Cualquier cosa de valor sólo está
disponible en dosis limitadas. Exige lo que es tuyo, antes de que te
dejen sola y sin nada.
Aprendemos a medir compromiso y afecto en
términos de cuánto es que los otros están dispuestos a sacrificar por
nosotros, sin imaginar que el amor y el placer pueden multiplicarse
cuando son compartidos. En una relación saludable, amigos y amantes se
permiten mutuamente hacer, vivir y sentir más. Si sientes en tus
entrañas (si no es en tu cabeza) que monogamia significa renunciar a
algo (tu “libertad”, como se dice), entonces los modelos de explotación
han penetrado incluso hasta en tu vida romántica.
Todos sabemos
que Los Buenos Matrimonios Cuestan Trabajo... Cuando tienes que
trabajar en la monogamia, estás de vuelta en el sistema de intercambio:
la economía de tu intimidad está regimentada del mismo modo que la
economía capitalista, por escasez, amenazas y prohibiciones
programadas... Cuando las relaciones se convierten en trabajo, cuando el
deseo está organizado contractualmente, cuando las cuentas son
mantenidas y la fidelidad es sustraída -como la mano de obra a los
empleados- en un matrimonio que es como una fábrica doméstica vigilada
en medio de una rígida disciplina de personal y diseñada para mantener a
esposas y maridos encadenados a la maquinaria de la reproducción
responsables, no debería sorprender que algunos no puedan evitarlo y
que también se rebelen.
El adulterio, completamente opuesto al
Buen Matrimonio, llega de manera natural, sin siquiera haber sido
invitado. De pronto, te sientes transformada, despertada de ese
cementerio de la pasión -ya muerta- que ha sido tu relación, para sentir
de nuevo esa excitación. No deberías estar sintiendo nada de esto
¡maldita sea! e incluso es la primera vez que has sido exaltada por una
felicidad pura y no forzada... Oh, el dulce optimismo de algo nuevo,
algo que todavía no es predecible... Es como si la sorpresa, el riesgo,
el gozo, la satisfacción fueran de nuevo posibilidades genuinamente
imaginables. ¿Quiénes, si pudieran sentir lo que están sintiendo ahora
mismo, podrían exigirte que te resistieras a ello?
“LA HONESTIDAD ES EL MEJOR PRINCIPIO”
La
sociedad, personificada por tu desafortunado esposo, le exige a la
adúltera ser honesta y franca en todo, cuando en realidad simplemente la
condenará por ello. Intenta asegurar su acatamiento mediante
interrogaciones de rutina (“¿quién era ése en el teléfono, querida?”),
vigilancia (“¿crees que no me di cuenta de cuánto tiempo pasaste
hablando con él?”), búsqueda y ataque (“¿y qué demonios debo suponer que
es esto?”) y tácticas más serias de intimidación: la expulsión del
único hogar y comunidad que probablemente ella conozca. La adúltera, a
quien le gustaría poder decir la verdad, es forzada a utilizar el
Cociente Miseria para calcular si puede permitirse a sí misma decir o
no la verdad. El Cociente Miseria indica: divide tu infelicidad actual
por las nocivas consecuencias de enfrentarte a ella, multiplícala por
tu temor a lo desconocido, y luego piensa dos veces acerca de si es
realmente necesario actuar.
Lo que está faltando a nuestra
sociedad es la sabiduría de comprender que decir la verdad no sólo es
responsabilidad de quien la dice. Si realmente quieres saber la verdad,
debes hacérsela fácil a las personas para que te la digan, debes ser
realmente comprensivo y estar listo para lo que pueda llegar a ocurrir, y
no exigir respuestas a tus “justas” preguntas o jugar al policía
bueno/policía malo... Lo único que ello puede conducir es a una acción
evasiva o, en el mejor de los casos, a que la víctima de tu
interrogatorio encuentre formas de mentirse a sí misma como a ti. Ni
nuestra sociedad ni sus cornudos y cornudas están listos para la
revelación de la verdad que la adúltera tiene para ofrecer y que sólo
se encuentra segura en los protectores oídos de su amante ilícito.
“LAS PERSONAS RESULTARÁN LASTIMADAS”
Inevitablemente,
a pesar de las mejores intenciones y los más secretos planes de la
adúltera, las personas resultarán lastimadas. Pero más importante es
saber que las personas ya estuvieron lastimándose, sólo que de un modo
invisible, en el impuesto silencio doméstico de la “familia feliz”. O de
lo contrario, en un principio no hubieran sido necesarias medidas tan
drásticas para que los corazones muertos volvieran a latir.
¿Sería
mejor que las rutinas e ilusiones del matrimonio continuaran sin ser
jamás perturbadas, y de este modo el tedio de todos pudiera continuar
rumbo al amargo final?... Por supuesto que en lugar de engañar podrías
haber ido a un consejero matrimonial, haber sido “honesta” con tu
cónyuge en lugar de serlo contigo misma y alejarte de los nuevos
horizontes que viste comenzar a nacer en los ojos de tu posible amante,
intentar alcanzar una aceptable imitación-sustituto de felicidad con tu
pareja legalmente reconocida o recurrido a automedicarte con una sesión
de televisión o Prozac...
“¿QUÉ PASARÁ CON LOS NIÑOS?”
Esto
exigen los guardianes de la burguesía cuando oyen acerca de otro
matrimonio en peligro por una aventura amorosa, aterrorizados de que
ellos sean los próximos de la lista. Bueno, ¿y qué pasa con los niños?
¿Crees que puedes proteger a las nuevas generaciones de la trágica
tensión que existe entre la complejidad del deseo y la simplicidad de
las prohibiciones sociales sólo por respetar tus propias órdenes? Si
sofocas tus aspiraciones de felicidad, terminarás sofocando a tus hijos
tanto como a ti misma. Tus niños se beneficiarán si crecen en un mundo
donde la gente se atreva a ser honesta con lo que quiere sin medir las
consecuencias. ¿Preferirías que aprendan a aplastar sus propios deseos y
reducirlos a chatos recuerdos de vergüenza y remordimiento, como tú lo
haces?
Y es interesante destacar que la monogamia de la familia
nuclear, que autoproclamados jueces protegerán del asalto implícito que
supone el adulterio, es la misma que sustituyó a las más amplias,
fluidas y extendidas estructuras familiares del pasado. En opinión de
muchos, los niños eran mejor cuidados y sus padres disfrutaban de mayor
libertad. ¿Podría ser que el adulterio sea una ciega y desesperada
acción de último recurso, de entre las rejas de las relaciones
contractuales, para reivindicar la comunidad extendida que una vez
fuimos...?
“EL ADULTERIO ES LA FIEL OPOSICIÓN AL MATRIMONIO”
Finalmente,
el adulterio sólo es posible porque las preguntas que él mismo realiza
quedan sin responder. Al igual que la liberadora de productos, la
amotinada y la suicida, la adúltera sólo hace media revolución: viola la
ley y la costumbre autoritaria pero de tal manera que ellos permanecen
en el mismo lugar y siguen determinando sus acciones, sean éstas de
obediencia o de rechazo. Sería mejor si realmente expusiera quién es y
qué quiere para el mundo entero, sin culpa ni remordimiento... Luego,
su propia lucha podría ser el punto de partida para una revolución en
las relaciones humanas de las cuales todos se beneficiarían, y no
simplemente un destello de pasión e insurgencia aislada que podrá ser
aplastada antes incluso de ser consciente de sí misma.
Protejamos
y defendamos a la adúltera de la vergüenza que le impone esta sociedad,
sea cuando sea que ella dé este paso, para que efectivamente lo pueda
realizar: ella actúa -como lo hacemos nosotros- impulsada por una pasión
que arde inextinguible por un mundo nuevo.
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