Blanco y negro-estos dos colores han definido mucho del paisaje social
estadounidense, proyectando su sombra sobre los conflictos sociales. Si
hoy en los documentos oficiales y en los estudios académicos la
“diversidad” y el “multiculturalismo” son reconocidos, en el fondo, la
dicotomía entre gente “blanca” y aquellos que no son blancos se mantiene
como la definición predominante de la “diferencia”, debido a que es una
muy útil herramienta en las manos de aquellos que nos gobiernan.
Es
muy fácil condenar a los supremacistas blancos-flagrantes racistas y
fanáticos proveedores de una visión del mundo pequeña de mente y
estrecha que empobrece todo lo que toca. Para estas personas
desagradables e ignorantes, la situación es simple: los que no son
blancos son peligrosos y deben ser tratados como tales. Así salen
después los garrotes y barras de hierro y la caza comienza. O, más
frecuentemente, salen las leyes y la policía y las cárceles se llenan.
Pero
sobre los anti-racistas, las buenas personas blancas que no tienen nada
en contra de sus hermanos negros, morenos, amarillos o rojos, que
incluso están dispuestos a defenderlos? Estos son rápidos en la demanda
de que aquellos que no son blancos no debe ser maltratados, que sus
derechos deben ser protegidos porque son realmente "como nosotros", que
son nuestros iguales. Esta buena gente, "de mente abierta" está
dispuesta a subsumir a todo el mundo dentro de esa gran, raza humana
unificada, cegándose a ellos mismos a todo lo que pudiera poner en
peligro su magnanimidad abstracta.
Pero aunque uno escoja entre
el fanatismo estrecho de mente o la magnanimidad amplia de mente, el
resultado es el mismo: a la diferencia se la desaparece, debido a que no
debe existir; es muy aterradora, muy desafiante. De hecho el fanatismo
del racista se alimenta en la retórica del anti-racista. La doctrina de
este ultimo, la promoción de la homogenización “multicultural” y de la
“diversidad” como mercancía, es en realidad fundada en el rehuzarse de
ver aquello que no necesita de ser señalado-que ningún individuo es
igual a algún otro; esto alimenta el miedo de perderse a uno mismo. Y si
alguien ha aprendido a definir su peculiaridad en términos raciales,
esta doctrina lo estimulara a defender su herencia racial con una
vehemencia mayor. Así, la generosidad ciega abstracta del anti-racista
simplemente empuja al racista a ser mas estrecho de mente y defensivo.
En la misma forma, el anti-racista necesita al racista a quien este
puede responder. Sin el racista, a cuyas actitudes e ignorancia este
puede condenar, así en esta forma procede a diferenciarse de aquello y
de otra forma el no podría probar sus credenciales anti-racistas. En
tanto el tal como el racista le tiene miedo a lo diferente y posee el
mismo miedo de perderse a si mismo. A diferencia del racista, de todos
modos, el no expresa su miedo con el garrote, sino mas bien a través del
auto engaño y la adulación. El no ve el racismo arrogante y egoísta en
su afirmación de que “ellos son tal como nosotros; ellos son nuestros
iguales”. Ese tipo de afirmaciones no solo son insultantes y arrogantes
sino también falsas. Pero el anti-racista no entenderá esto. Presa de su
propia mala conciencia sobre el compartir el mismo color de piel con
los supremacistas blancos que ellos deploran, su anti-racismo se
convierte en un símbolo de ser mártires, auto desprecio indicador de su
incapacidad de basar el pensamiento en categorías básicas ecencialistas.
Ha habido intentos en años recientes entre los revolucionarios
en este país hacia el ir mas alla de la dicotomía patética que todavía
domina la discusión sobre la raza. Aunque los intentos tempranos de
señalar la falta de una base biológica para el concepto de raza a veces
han llevado hacia un perezoso rechazo de lidiar con la cuestión en si,
existen aquellos que han tomado el siguiente paso de tratar de
desarrollar un análisis de lo útil del concepto de raza para los
administradores de actual régimen para el mantenimiento de las actuales
relaciones sociales. En particular, los “nuevos abolicionistas”,
publicadores de Race Traitor*,
han hecho contribuciones útiles para un análisis de cómo el desarrollo
del concepto de raza blanca permitió a las clases explotadoras el crear
divisiones entre diferentes partes de las clases explotadas y el
manipular grandes porciones de estas hacia la identificación con sus
explotadores. Esos análisis indican que estos nuevos abolicionistas han
ido mas allá de la simplista auto-complacencia del anti-racismo, pero
todavía existen elementos de moralización anti-racista que pueden ser
encontrados en sus ideas. Su tendencia a todavía pensar en blanco y
negro (o blanco y no-blanco) puede ser un punto de partida esencial para
el desarrollo de sus análisis que en ultima instancia tratan de superar
esta dicotómica forma de pensar. Pero su eslogan, “Traición a la raza
blanca es lealtad a la humanidad”, parece llevar consigo el intento del
anti-racista de subsumir todas las diferencias bajo dicha abstracción,
la raza humana. Por ende, la practica a la cual los escritores de Race Traitor
mas frecuentemente llaman a la gente “blanca” es el rechazo del
privilegio blanco, cuyos específicos-tal como son descritos en sus
escritos-parecen tener mas que ver con virtud moral personal, y en tanto
auto-sacrificio similar a aquel de los anti-racistas, que con el
desarrollo de un proyecto revolucionario que pueda derribar a esta
sociedad y su concepto de raza.
Un proyecto revolucionario
verdadero-uno que pueda destruir a la sociedad de clases, dominación y
explotación y abrir la posibilidad para el desarrollo de relaciones
libres autodeterminadas-esta basado en el deseo de los individuos a
determinar sus propias vidas en términos de su propia singularidad. En
esta forma, yo no considero que ningún individuo sea igual a ningún
otro. Profundas diferencias abundan y entre estas diferencias que hacen
lo único de cada individuo están esas características que pueden ser
llamadas “raciales” o “étnicas”, pero estas no son las características
mas fundamentales. Tampoco estas hacen de un grupo uno superior o
inferior. Mas bien estas reflejan que cada uno de nosotros es un ser
único con nuestra propia historia y nuestra propia forma de encarar al
mundo que nos rodea. En tanto crearnos en nuestros propios
términos-posible en el presente solo en revuelta contra el orden
social-es necesario examinar las diferencias que tienen su base en
categorías socialmente definidas en tanto superarlas, ir mas allá de
estas y hacerlas nuestras sirvientas a nuestros seres singulares. Así yo
escojo el relacionarme con cada individuo no basándome en su identidad
racial o étnica, sino basándome en quien yo soy y quiero ser y en los
intereses y deseos que estos individuos evocan en mi.
Es esta
singularidad, esta muy real diferencia entre cada individuo, que es
temida y rechazada tanto por el racista y el anti-racista. El racista
busca eliminar la diferencia en una concepción homogenizada de el ser
blanco lo cual justifica la violenta supresión de aquellos que no pueden
ser asimilados dentro de esta categoría. El anti-racista busca negar la
diferencia asimilando todo dentro del “multiculturalismo” de la
mercantilización, ofreciendo solo el gris turbio de la pseudo-diversidad
capitalista-la “diversidad” de productos en el mercado. Para ir mas
allá de este gris se requiere precisamente que abracemos aquella
diferencia que no puede ser mercantilizada-la maravillosa singularidad
de cada individuo. Pero tal admisión demanda que nosotros verdaderamente
luchemos con aquellos conceptos y categorías sociales en las cuales el
mundo presente se esfuerza en encerrar a esta diferencia teniendo como
objetivo el destruir a estas jaulas. Tal tipo de esfuerzo es esencial si
deseamos alguna ves soñar a colores.
*Revista anti-racista estadounidense visible en http://racetraitor.org/
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